martes, 18 de agosto de 2015

Hijos e hijas no natos aún

Lic. Ariel R.Arcaute

Psicólogo, Miembro de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para Estudios de la Sexualidad.

 

Recién, una pareja de orientación heterosexual y amiga, se me acerca y me confiesan que llevan diez años infructuosos intentando alcanzar la maternidad y la paternidad por las vías naturales y asistenciales, acogidos a nuestro programa nacional de atención a las parejas heterosexuales infértiles.

Por razones que ahora no vienen al caso, y porque no estoy autorizado a develar intimidades que no me corresponden, hasta este momento no han podido lograr su sueño de años de amor; pero permítanme vanagloriarme de haber sido el medio al que recurrieron, para depositarlos en las mejores manos de nuestros especialistas en los temas referidos a las concepciones humanas por vías no naturales.

Por fortuna, técnicas como la ovodonación, hoy son transmisoras de mucha felicidad en hogares cubanos, pues hacen realidad muchos sueños otrora inalcanzables. Así como la creación de un banco de esperma y otro de óvulos vienen a colmar las expectativas de mujeres y hombres que tras años de insomnio albergan nuevas esperanzas de vivenciar sus maternidades y paternidades.

Esta pareja amiga, a pesar de no haber logrado su cometido hasta este preciso instante, tienen algo muy importante a su favor que les permitió ingresar en nuestro Programa Nacional de atención a la parejas infértiles, y es: su heterosexualidad.

Fui visitado por muchos sentimientos y todos llegaron a mí al unísono. Sentimientos de felicidad y sentimientos de mucha tristeza y frustración.

Si es cierto, mi felicidad por ayudar a esta pareja amiga es tan grande por la relevancia y trascendencia que deposito en el tema referente a las maternidades y paternidades pero, a la vez, mi angustia es mayor cuando pienso en cuantas parejas que no comparten la misma orientación sexual de mis amigos recomendados, quisieran también disfrutar de las mismas oportunidades, posibilidades, derechos  y beneficios que otorga dicho programa nacional de atención a parejas infértiles en nuestra hermosa nación cubana.

Las implicaciones de no ser incluidos o incluidas en un programa de reproducción asistida que proporcione una  equidad entre todos y cada uno de los seres humanos que por voluntad propia deseen vivenciar los efectos de las maternidades y las paternidades son invaluables, e innumerables, pero para sensibilizar e informar voy a atreverme a mencionar algunas de las esferas de la vida donde mayor incidencia tienen los efectos de estas no inclusiones.

Las dimensiones más permeadas por el dolor de la no inclusión a un programa de reproducción asistida son las siguientes: La dimensión individual, la dimensión de pareja, la dimensión familiar y la dimensión social, por solo citar algunas.

En la dimensión individual las maternidades y las paternidades inalcanzadas por razones ajenas a lo biológico o lo psicológico y donde prime un determinante social en el impedimento de tal anhelo, multiplica los niveles de frustraciones en poblaciones humanas LGBTIQ.

Las mujeres lesbianas y los hombres homosexuales ni siquiera tienen la posibilidad de saberse fértiles o infértiles, y estériles o no estériles respectivamente. La pesadilla vitalicia de no poder trasmitir amor, los saberes y experiencias de una vida anterior a sus descendientes, así como brindarles protección, responder por su educación y su sustento económico, agudiza sobremanera las sensaciones de impotencia ante un fenómeno socialmente castrante e inhumano, condicionado por desconocimiento, prejuicios y estereotipos hacia los ¨no normados sexualmente¨. Todos ellos juntos a la homopaternofobia y lesbomaternofobia laceran la autoestima y los sentimientos de equidad entre semejantes cuando a algunos se les estimula a reproducirse y a otros se les silencia.

Ello refuerza la representación social que se pudiera tener del homosexual adulto mayor en soledad: Hombre o mujer, solo o sola, bien porque haya vivido una vida plenamente frustrante en su área sentimental (no auto aceptación de su condición homosexual, por ende deshonesto consigo mismo) sustentada en gran medida por las contradicciones sociales de las cuales el mismo homosexual (mujer u hombre) llega a hacer suyas, como heredero, víctima y victimario de la cultura excluyente y de sí mismo.

El homosexual (mujer u hombre) no es representado socialmente como generador de una Llamada estabilidad emocional, frase sustentada en patrones subjetivos y muy utilizada para identificar una permanencia en el tiempo de una relación de pareja. Además tales sujetos con semejantes conductas sexuales no se visibilizan como entes proveedores de hijos o hijas, o sea si las relaciones homo son estériles e infértiles, entonces no puede haber descendencia y ello, ya es ingrediente principal para el consabido destino de una o un homosexual: La soledad socialmente impuesta; hasta que la muerte los separe.

Considerar que alguien por ser poseedor de una orientación sexual heterosexual es mejor proveedor de una educación más integradora, de una responsabilidad y moral incuestionable es una interpretación sin fundamento que está privando a muchos seres humanos de traer hijos e hijas a hogares cubanos.

Niños y niñas que siempre son motivo de alegrías y preocupaciones, pero que todos sin exclusión les asiste el legítimo derecho de vivirlas, según mejor se acuerde: En formato de a dos, o de a uno(o sea en pareja o no). No hay por qué ser inflexibles en cuestiones de formatos si de maternidades o paternidades se trata, donde hay que ser más exigentes es en la responsabilidad que conlleva tales ejercicios. La exigencia debe ser pareja y no asumir que por tal orientación sexual se adjudique que una será más adecuada que otra, pudiendo caer en sesgos ya conocidos.

En la dimensión de pareja es un elemento preponderante que sea un deseo mutuo. Las parejas homosexuales tienen más tiempo para madurar la maternidad y la paternidad, porque como no la adquieren por sus relaciones sexuales, y no existen espacios para embarazos accidentales entonces siempre tendrán hijos e hijas deseados. Así que cuando el niño/a es concebido al interior de la pareja, o sea que no es que venga de una relación heterosexual precedente, es porque se ha hablado con tiempo y es una decisión pensada con tiempo suficiente.

Este fenómeno de no procrear a partir de las relaciones sexuales también tributa a una más adecuada planificación familiar, es decir se van a tener los hijos e hijas que se quieren y que se pueden, al menos que sean partos múltiples.

Una planificación familiar adecuada y el deseo juntos pueden ser pilares fundamentales para disfrutar de una mejor economía en el hogar que podrían redundar en mejores condiciones de vida, y en una educación de mayor calidad. Esto no debe interpretarse como una regularidad, depende mucho de la situación social de desarrollo de la familia.

Entre los pro de estos proyectos de lesbomaternidades y homopaternidades está por supuesto el amor que este infante recibirá de los padres o madres según sea el caso. Generalmente, la educación se torna no sexista, o sea no enfatiza tanto en los roles de géneros por una cuestión de experiencia de vida de sus padres o madres, pero esto no es una regla, y en algunos casos la educación suele ser tan revolucionaria y con altas dosis de creatividad pues no ejercen casi ninguna influencia en las decisiones de gustos personales del impúber, en alusión a los juguetes y colores de vestimenta por él/ella elegidos.

Estas maternidades y paternidades suelen ser muy afectivas por lo que ha costado alcanzar el fruto deseado en medio de una cultural heteronormativa, aún en aquellos países que si contemplen las uniones del mismo sexo, o matrimonio igualitario, y sus derechos reproductivos. Las representaciones sociales son muy difíciles modificarlas porque son actitudes ante ciertos prejuicios y dogmas históricos-culturales del patriarcado.

En la dimensión familiar se cercenan los ideales de familia, inclusive antes de que se piense en tenerla, inmediatamente emerge el conflicto social de: ¿cómo vamos a traer niños o niñas a un mundo para que sufran por tener dos madres o dos padres homosexuales? El conflicto o contradicción está implícito en los progenitores antes de que se materialice la misma maternidad o paternidad.

Entonces se visibiliza una falsa e inadmisible representación social de una esterilidad o infertilidad social con trascendencia a lo individual, y a la dimensión de pareja y familia que afecta a la misma familia e impide autovisibilizarse en los roles de madres y padres. Es lo que suelo llamar una cultura heteronormativamente anquilosada.

En algunos casos el conflicto cobra tal envergadura que la propia familia (la pareja) se cuestiona si los descendientes fueran herederos de la misma orientación sexual que la de los progenitores(o sea ellos mismo) la sociedad los culparía, como si de ello hubiesen investigaciones científicas que respaldaran semejantes conjeturas.

Las personas homosexuales suelen ser hijos e hijas de familias heterosexuales o al menos con comportamientos predominantemente heterosexual, en un alto por ciento, y ello nos indica que no son herederos de su comportamiento sexual, por el contrario rompen con los patrones sexuales de sus predecesores, pero aunque se orientaran hacia la homosexualidad no existe mayor incongruencia que la de vivir una vida egodistónica con la orientación sexual que en ese momento se estime más placentera. Es pertinente recordar que la orientación sexual no es inflexible, puede variar en cualquier momento de la vida.

Si la familia es resiliente, es decir; con capacidades para buscar y encontrar alternativas a sus conflictos, en contextos hostiles, y por sobre todas las cosas quieren hijos o hijas o ambos, y tienen como tenerlos; existe una alta probabilidad de que así puedan enfrentar con amor, responsabilidad e inteligencia cualquier adversidad.

La familia es, ese espacio donde el individuo debe ser emisor y receptor de amor, respeto, comunicación franca, donde se encuentre y donde se dé apoyo, se enfrenten con madurez y afectos las situaciones problemas. La familia nos convoca a reconocerla como  una zona privilegiada de intercambio de subjetividades, condicionadas por los lazos que en ella se entretejen: La convivencia, la consanguinidad, los afectos, y las afinidades, entre otros.

Todas las configuraciones familiares tienen algo en común, y es que están compuestas por seres humanos que deciden vivir conectados por algunos de los aspectos mencionados anteriormente. No necesariamente todos estos indicadores tengan que estar presentes, ni mucho menos coincidir en el tiempo.

La dimensión social tiene como co-protagonistas al mismo individuo y a la sociedad donde éste decide vivir. Las sociedades occidentales, históricamente, han propuesto un modelo único de familia sustentado esencialmente en principios de heterosexualidad, de matrimonio, de monogamia y reproducción.

Esta fórmula ha sido generadora de inequidades, es decir de diferentes oportunidades, diferentes posibilidades y diferentes derechos, muy manifiestos y evidentes en el diario vivir. Dos de esas inequidades son los derechos sexuales y de reproducción a los que se ha hecho alusión en este escrito desde sus mismos inicios.

La permisibilidad de todas las personas a alcanzar la maternidad y la paternidad sin exclusiones, la readecuación de regulaciones de índole legal y sanitarias para ampliar las posibilidades y oportunidades, así como derechos a quien por libre y responsable determinación decida asumir tales roles debe ser un principio de mero derecho humano a concebir y procurar hijos e hijas nonatos aún. Privar a esos padres y madres de disfrutar de sus hijos e hijas, así como privar a esos hijos e hijas de disfrutar de sus padres y madres, podría llegar a ser un error  imposible de reparar.

Ojalá, un día pueda recomendar a una persona, tenga pareja o no, sin importar su orientación sexual, su propuesta de maternidad o paternidad, su identidad de género, y sí sus valores como ser humano, los cuales le permitan  acceder a los beneficios de un programa revolucionario e inclusivo de reproducción asistida que pueda virtualmente incidir de forma ascendente en las estadísticas de densidad demográfica, como nuevos pobladores de mi país. Bienvenidos y bienvenidas sean esos niños y niñas, aún por nacer.

lunes, 23 de marzo de 2015

Libro para compartir

Amig@s quiero compartir este libro con ustedes. Creo que les será útil. Saludos,
Elaine 

Cuba: Parejas de un mismo sexo también construyen familia

Por Helen Hernández Hormilla
(hormilla@gmail.com)

Cienfuegos, Cuba, marzo (SEMlac).- Superando paso a paso las
hostilidades de una sociedad en su mayoría homo y lesbofóbica, las
cubanas Olimpia Díaz Borges y Liana López Filpo cimientan su proyecto de
familia como lesbianas.
Cuando se enamoraron, cada una tenía una hija cuya educación,
responsabilidad y afecto compartieron de inmediato, hace ya siete años.
"Siempre tuve el apoyo de mi familia y eso fue importante para educar a
mi hija y transmitirle valores, para que comprendiera que las personas
valen por sus sentimientos y no por lo que piensen los demás", defendió
a SEMlac Díaz Borges, también activista por los derechos sexuales en la
provincia central de Cienfuegos, a unos 300 kilómetros de La Habana.
Para su pareja fue más difícil porque cuando reveló a sus padres que era
lesbiana mostraron un fuerte rechazo. Solo la comprensión de amistades
cercanas y de los familiares de Olimpia le ayudaron a aceptarse.
"Merecemos respeto, y así lo conversé con mi hija, que me entiende y
apoya", reconoce a esta agencia la mujer de 43 años.
Como ellas, muchas parejas del mismo sexo enfrentan rechazo y prejuicios
por su orientación sexual que, por lo general, se acrecientan cuando
educan en común a su descendencia, reconocen especialistas consultados
por SEMlac.
La comunidad, la escuela y, en ocasiones, también parientes cercanos,
emiten juicios adversos sobre las familias homoparentales que, hasta el
momento, carecen de recursos legales para legitimar sus derechos como
padres y madres cuando no existen vínculos biológicos.

Familias que requieren derechos
Al estudiar la representación social de la paternidad en parejas de
adultos medios de orientación homosexual en la capital cubana, el
psicólogo Ariel R. Arcaute Mollinea encontró que los 20 hombres
entrevistados habían presentado dificultades para ejercer este rol
debido a la heteronormatividad y al machismo que prima en el país.
Estos gays de entre 41 y 45 años sustentan su paternidad en las
cualidades morales, la responsabilidad y en el amor como fuente de
bienestar emocional y espiritual para sus hijos e hijas, además de una
educación adecuada, ilustró el investigador durante un evento realizado
en enero pasado por la sección Diversidad Sexual de la Sociedad
Multidisplinaria de Estudios de la Sexualidad (SOCUMES) en la ciudad de
Cienfuegos.
No obstante el clima favorable de estos hogares, el 85 por ciento de la
muestra consideró que la sociedad cubana aun no está preparada para
aceptar plenamente un nuevo modelo de familia constituido por una pareja
de hombres o de mujeres.
Según el investigador, en el país se vivencia una discriminación hacia
las personas homosexuales que quieren ser padres o madres pues se les
invisibiliza de los programas de reproducción asistida y no clasifican
para adoptar a niños y niñas sin amparo filial.
Tampoco se les reconoce como matrimonios o uniones formales, por lo que
no garantizan sus derechos patrimoniales, de herencia y custodia
compartida de hijos comunes (no biológicos) en caso de separación.
Hasta el momento, el Código de Familia de Cuba, vigente desde 1975,
reconoce solo las uniones heterosexuales y monogámicas.
Desde hace casi 10 años, varias instituciones promueven ante la Asamblea
Nacional del Poder Popular (parlamento unicameral) una propuesta con
modificaciones para esa ley civil, entre las que se incluye el
reconocimiento a las uniones consensuales entre personas del mismo sexo
y la posibilidad de adopción para estas parejas.
Sin embargo, el reclamo de la comunidad LGBTI (lesbianas, gays,
bisexuales, trans e intersexuales) por la aprobación del nuevo Código
sigue sin ser escuchado, y no existen indicios de próxima atención al
tema por parte de los órganos legislativos.
Arcaute asegura que estas familias proponen un modelo novedoso, con
tendencia a una educación más flexible en cuanto a los roles
tradicionales de género.
En los casos estudiados, sus padres proveen recursos de personalidad a
sus niños y niñas, que les preparan para enfrentar actitudes
discriminatorias en su vida cotidiana.
"La familia no es el único agente socializador y, por ejemplo, en la
escuela y el barrio también se ejerce una presión sobre los niños y
niñas", confirmó en entrevista con SEMlac el experto del Centro de
Investigaciones Psicológicas y Sociales (CIPS) de Cuba.
Claudia Rodríguez, hija biológica de Olimpia Díaz, se ha enfrentado a
este tipo de rechazo desde muy pequeña y aprendió con el tiempo a
defender el derecho de su madre a amar a quien desee.
"Algunas personas no te dicen frontalmente las cosas, pero hacen
comentarios desagradables y, a veces, no se sabe cómo responder ante los
cuestionamientos de los propios compañeritos", narra a SEMlac la joven
de 19 años.
La aceptación y sinceridad que primó en su educación la preparó para
hacer frente a la discriminación, la hizo más fuerte, asegura.
"A los 10 años, mi madre me explicó que era lesbiana y para mí fue algo
normal porque nunca afectó su dedicación y apoyo hacia mí, además de que
crecí conviviendo con dos mujeres", dice Rodríguez Díaz.
Ella reconoce a Liana como su otra mamá, la misma que visita todas las
reuniones de su escuela y se mantiene al tanto de su bienestar emocional
y físico.
"Para la sociedad, es complicado adaptarse a la idea de que somos como
cualquier otra familia, que nos queremos, que tenemos conflictos, que
nos divertimos, pero me gustaría alguna vez poder ir a un restaurante
con mis dos madres y mi hermana sin que las personas nos miraran raro",
sostiene la futura albañil y restauradora.
A Naomi del Monte, la hija biológica de López, le ha costado más aceptar
la orientación sexual de su madre.
"Me pareció raro al principio, pero ya me estoy adaptando, aunque mis
amistades no lo saben", confesó en entrevista con SEMlac la joven de 16
años, estudiante de esgrima en la Escuela de Deportes provincial.
Ambas jóvenes están integradas como activistas a las campañas contra la
homofobia que realiza el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y
son parte de la Red Nacional de Jóvenes por la Diversidad y del grupo
Fénix, defensor del derecho de las lesbianas en Cienfuegos.
"A pesar de que las personas piensen lo contrario, no se trata de una
familia disfuncional", sostiene Del Monte, aún algo tímida para
referirse abiertamente a estos asuntos.

Discriminación en la escuela
Según la psicóloga Dachelys Valdés Moreno, los niños y niñas de familias
homoparentales pueden resentirse en su autoestima por los prejuicios
hacia sus padres o madres, sobre todo al inicio de la etapa escolar.
"A veces el maestro o maestra reproduce prejuicios homofóbicos que
segregan", sostuvo la especialista en diálogo con SEMlac.
Investigaciones sociales realizadas en Cuba demuestran que muchas veces
los hijos e hijas de parejas del mismo sexo se vuelven centro del acoso
y el maltrato por parte de otros pequeños y de la sociedad.
"Es posible encontrar niños y niñas que se aíslan porque les da
vergüenza confesar que viven con dos mamás o con dos papás, aunque en lo
privado esa situación familiar transcurra felizmente", atestigua la
experta.
Durante un estudio con 200 profesionales de la educación primaria en el
municipio Plaza de la Revolución de la capital cubana, realizado el
pasado año, Valdés encontró rechazo del profesorado a las familias
homoparentales y un amplio desconocimiento sobre temas de sexualidad.
La muestra incluyó un 85,5 por ciento de mujeres, y tuvo como promedio
de edad 38 años, incluyendo personas desde 17 hasta 72 años que, en el
98 por ciento, dijeron ser heterosexuales.
Si bien no encontró casos de agresión física directa contra los niños y
niñas con padre gay o madre lesbiana, sí refirieron violencia
psicológica debido a la orientación sexual de progenitores, tales como
motes específicos, negativas para integrarlos a grupos y burlas hacia su
familia, entre otros.
Para la investigadora, en el profesorado radica una gran responsabilidad
para transformar conductas homofóbicas, teniendo en cuenta que la
escuela es el segundo espacio de socialización de las primeras edades.
En su criterio, poco a poco se pueden ir desmontando estos prejuicios,
en la medida en que se incremente la información sobre el tema y se
legislen derechos para las personas LGBTI.
"Tenemos que luchar porque las familias puedan ser de hombres y hombres,
mujeres y mujeres, mujeres y hombres, o como quieran ser", anhela, por
su parte, Olimpia Díaz.

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sábado, 21 de marzo de 2015

Vulnerabilidad y ancianidad

Por: LiC. Manuel Lescay Céspedes
Coordinador Red Social Comunitaria HxDSantiago.

Desde la comunidad, la familia, la calle y sus espacios públicos podemos
convocar a cambiar la mirada y la actitud de rechazo y trabajar por la
inclusión de las diferentes formas de sexualidad.
Los ancianos sufren diversas discriminaciones en la etapa del desarrollo
en que se encuentran como un proceso fisiológico y natural, y si le
añadimos que este anciano tiene una orientación sexual homosexual como
seria la vida basada en el respeto de estas personas, los ancianos y
ancianas heterosexuales sufren múltiples agresiones verbal o física en su
sexualidad por parte de ellos y del medio en que viven por considerarlos
sin capacidad para seguirla potenciando y desarrollando, como será en
aquellos y aquellas que transgreden las normas heterosexistas, es aún
peor, tienen menos posibilidad de expresarse ya que fomentaría la
discriminación hasta en el grupo de gays jóvenes por la simple razón de
violar estereotipos de belleza y de estética gay muy afianzado en su
cultura y forma de vida.
Si la expresión de la sexualidad en los y las ancianas no se aceptan
socialmente mucho menos se acepta aquellos con una identidad LGBTI, y con
esto influye como algo frecuente en esta etapa del desarrollo el
debilitamiento del sistema de apoyo familiar, y al no constituirlas
ocasiona, soledad, depresión, estrés, ansiedad, sentimiento de rechazo
social y carencia de amparo jurídico.





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Violencia y homosexualidad

Para muchos de nosotros, como para otras personas violencia es solo
aquello que deja marcas en el cuerpo, ya sean los golpes o la consumación
del acto sexual a la fuerza, lo que es más fácil de detectar.
Por: Lic. Manuel Lescay Cespedes
Coordinador de la Red HxDSantiago

Por su parte, las personas LGBTI no somos capaces de identificar como
violencia algunas expresiones despectivas que desde que venimos al mundo
en nuestras familias y la comunidad circundante ha fomentado años tras
años y lo que sí tiene que quedar claro que la violencia en sus diversas
dimensiones no se justifica lo que se ha encargado las personas de
disminuir la autoestima en este grupo, algunas de la expresiones son:
ponte fuerte que te veo medio blandito, te veo andando mucho con niñas,
párate como un hombre, habla fuerte, etc. Las estrategias familiares de
silenciamiento, negación y rechazo hacia nosotros son formas de violencia
psicológica que en muchos casos hasta llegamos a justificar. Por Ejemplo
ellos los saben pero tú estás loco, como voy a llevar a alguien a mi casa,
aunque sea como amigo, enseguida empiezan a preguntar ¿que quien es?,
donde vive?, donde trabaja?. Esta forma de violencia llega ser sutil y
natural y es incorporada como hábito o costumbre entre amigos y hasta con
nuestra pareja.











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miércoles, 11 de marzo de 2015

La homopaternidad en Cuba sin ansias de hegemonía, solo equidad.

Por: Lic. Ariela Arcaute Mollinea

 

La tristemente archiconocida frase: ¨Madre hay una sola, padre es cualquiera¨  históricamente, ha demeritado y supeditado la figura paterna con respecto a la materna. Además de ser una frase auténticamente discriminatoria, hija legitima del Patriarcado y de los estigmas sociales, pariente cercana de los estereotipos formados alrededor de un comportamiento de no contención a los encantos femeninos, atribuidos tradicionalmente al varón, y reforzados por algunas conductas femeninas que asumen muy egosintónicamente y permisivamente que sus esposos, hijos o hermanos, parientes, por ser ¨HOMBRES¨ se ven ¨obligados¨ a no rechazar ofrecimiento femenino alguno, pues de hacerlo su patrón de masculinidad heteronormado por la sociedad cuestionaría hizo facto su ¨hombría¨ .

 

Ese mundo azul inflexible, anti- holístico, rígido, reduccionista y androcéntrico, tiene al varón como peor enemigo de sí mismo. Las exigencias que sustentan al Patriarcado muchas veces ni el mismo hombre puede satisfacerlas, pero el distanciarse de los esquemas socialmente estipulados puede resultar de alto costo para aquellos  que finalmente deciden sus caminos como propios.

 

La heteronormatividad, como representante inmejorable del patriarcado, no asimila nuevas propuestas o versiones dentro de la sexualidad, porque dejaría de ser normada y, peligrosamente, sus cimientos pudieran verse fragmentados si cede o visualiza espacios a otras variantes sexuales.

 

No obstante son incalculables las transformaciones que se han producido y que seguirán produciéndose en el seno de dicha cultura. Muchas de ellas han traído consigo nuevas maneras de vivir la sexualidad y el amor en el sentido de un mayor tributo al crecimiento personal y la autenticidad en esta esfera de nuestras vidas. Todo ello  no ha estado exento de conflictos y contradicciones en la medida en que dichas transformaciones  engendran un proceso – en ninguna medida lineal - que integra junto al  progreso,  la aparición de limitaciones u obstáculos en ese camino de búsquedas de sentidos  de lo más humano de la sexualidad y el amor. (Fdez Rius,L:1995)

La pareja aparece cues­tionada hoy con gran vehemencia y nunca antes se había profetizado con mayor fuerza su final y el de la familia.

Nunca antes había reinado con tanto ahínco la incertidumbre e inconformidad hacia estas aristas de la vida, ni tanta urgencia en la búsqueda de formas diferentes y más placenteras de vivir la sexualidad y el amor. Continúan surgiendo de modo impenitentes múltiples interrogantes que ocupan el pensar y el quehacer de los estudiosos de estos temas y que activan el interés y preocupación de aquellos que sin ser estudiosos, viven cotidianamente su sexualidad y su amor. (Fdez Rius,L:1995).

A partir de los años 60 se operan grandes cambios en las formas de entender y vivir la sexualidad y el amor a escala universal.

La revolu­ción sexual de estos años posibilitó libertad para hablar de la sexualidad, la proliferación de la información y la literatura en este tema, la reivindicación del placer sexual en la mujer y la progresiva desaparición de la virginidad como valor, escindién­dose el sexo ‑ procreación del sexo ‑ placer en lo cual contribuyeron los avances en la anticoncepción.

La liberación sexual del presente siglo ha favorecido la superación del dualismo cuerpo - alma en la comprensión de la sexualidad humana. Se desarticula así la visión dicotómica, estereotipada y simplificada de la sexualidad que la identificaba con cuerpo - carne - irracionalidad - mundo animal - lo intrascendente - inferior - efímero - malo y separada del alma - del espíritu - de lo humano - de lo racional y trascendente. (Fdez Rius,L:1995).

La propia evolución humana en cuanto al conocimiento científico, la cultura y reflexión han generado el debilitamiento y abandono de normas erigidas sobre presupuestos hoy inadmisibles y que hasta entonces habían regulado el comportamiento sexual de modo dominante y restrictivo. Estallan mitos, tabúes y miedos al develarse verdades, disiparse ignorancias y aliviarse ansiedades.

Va quedando atrás la sexualidad como sinónimo de debilidad pecaminosa, mal necesario, peligro instintivo, legitimada solo en sus fines reproductivos. (Fdez Rius,L:1995).

La homosexualidad ha dejado hace mucho de ser vista como una desviación o patología sexual para ser cada vez más aceptada y autoaceptada como natural, como legítima orientación y opción personal. Cada vez se hacen más fuertes los movimientos de gay y lesbianas, la aceptación pública y abierta, el desmontaje de posiciones discriminatorias, en el camino de respeto a la individualidad y la pluralidad de preferencias en cuanto a la orientación sexual.

Todo ello sin que hablemos de un camino lineal y sin colisiones. En el plano de las leyes y políticas resultan mucho más fáciles  las transformaciones que en el plano de la subjetividad, sin embargo, asistimos a profundos cambios en este sentido a la entrada de este nuevo milenio. Hoy se habla de legitimar la unión de parejas homosexuales, de familias de homosexuales, del derecho de adopción, todos puntos a debates sin que exista aún una respuesta nítida y definitiva en esta dirección pero que sin lugar a dudas, coloca en nuestros días la mirada acerca de la sexualidad y el amor en otros ángulos. (Fdez.Rius,L.2000)

En cuanto a este aspecto, en el caso de Cuba, sin que podamos afirmar que nos encontramos ante un desmontaje de prejuicios y estereotipos en este sentido – recordemos que la cultura patriarcal es homofóbica por excelencia – si asistimos, sin lugar a dudas, a momentos de mayor tolerancia y aceptación de la diversidad en cuanto a la orientación sexual así como una mayor libertad para optar, asumir y vivir personalmente la sexualidad en especial en las últimas décadas. (Fdez.Rius,L.2000)

Familias emergentes en Cuba; Un desafío para el derecho, la educación y la equidad.

La familia tradicional cubana constituida por padre, madre, hijos e hijas ha perdido su supremacía absoluta y comparte ahora el escenario con otros núcleos familiares que reclaman equidad de derechos y los mismos reconocimientos a nivel social: hogares unipersonales, hogares nucleares monoparentales, hogares lesbomaternales y hogares homopaternales por mencionar algunos.

Todos y cada uno de estos proyectos familiares tienen conflictos que pueden ser comunes por su naturaleza, pero en el caso de las familias lesbomaternales y homopaternales se les añade a la gran lista de situaciones familiares otras de repercusión social, familiar e individual: La homofobia, la  lesbomaternofobia, y la homopaternofobia.

La homopaternidad y la lesbomaternidad son, sin lugar a dudas, una respuesta a las necesidades de paternidad o maternidad de un grupo social con orientación dentro de la sexualidad hacia la homosexualidad, pero con una marcada búsqueda de las vivencias privativas de lo que significa ser padre o ser madre.

Es la decisión, consensuada, de una paternidad o maternidad responsable y capaz de educar, trasmitir valores y afectos, (desde lo individual, lo social y lo familiar) como cualquier otro ideal de familia existente.

Además es un proyecto de familia que emerge de la invisibilidad a raíz de las transformaciones sociales referidas a los derechos sexuales y reproductivos de cada individuo. Es un proyecto de familia también, que ansia el equilibrio, y bienestar espiritual que pudieran estar sustentados en procrear una familia en contextos de mayor  visibilidad,  reconocimiento jurídico – social, justicia y equidad plena, donde contribuyan estos elementos, aún muchas veces ausentes, a formar hogares homopaternales y lesbomaternales sanos, funcionales y estables si es lo que se desea.

La heteronormatividad es la herramienta coercitiva por excelencia para infringir los más prolongados e insoportables castigos a aquellos/as que se distancian de lo normado, actuando deliberadamente en sus contextos idóneos; las sociedades patriarcales, que por demás de sus imposiciones plenas de humillaciones y prohibiciones sutiles y manifiestas, tanto como absurdas, mutilan lo más auténtico de un ser humano: Los sentimientos, las necesidades de amar y ser amado sin prohibiciones, pues nuestra sociedad donde coexisten individuos de orientación homosexual carece de regulaciones jurídicos que frenan el avance al reconocimiento pleno del que disfruta la población heterosexual.

La educación en la inclusión social es un proceso muy lento, que puede durar, cuando se hace adecuadamente años o largos períodos para materializarse. Todo ello ha generado resiliencia en los sujetos homosexuales para poder reconocerse entre sí, códigos sutiles y otros manifiestos, que les permiten identificarse y poder establecer una comunicación camuflajeada, que coexista paralela a la heteronormada.

Los fenómenos de conglomeraciones masivas en espacios urbanos específicos de cita o encuentros para homosexuales, transexuales y otras variantes dentro de la sexualidad en nuestro contexto, se pueden interpretar como un mecanismo de homoresistencia y transresistencia, (resistencia de la diversidad sexual) alternativa visible ante una cultural heteronormatividad y homofóbica –transfóbica que transgrede permanentemente los derechos sexuales y reproductivos del otro/a.

 

La crueldad de la heteronormatividad y la homofobia han sido y son tan tangibles que no dejan más alternativa a los  y /las homosexuales que crear sus propios sitios de encuentros, como campos de concentraciones urbanos, pero en vez de tener vallas físicas, las tienen psicológicas, y generalmente, con condiciones para la invisibilidad y sin ninguna para encontrarse, lo cual es generador  de sentimientos de culpa, de infracción, que impiden el desarrollo pleno, adecuado, lineal o natural de vivir la sexualidad  entre las personas no heterosexuales.

 

Todo ello es combustible para alimentar el rechazo social y los sentimientos egodistónicos en los individuos homosexuales, que solo buscan y necesitan espacios públicos, como cada ser humano, para darse la espontanea posibilidad de realizar sus proyectos de vida, sean estos  viables o no, sean estos los de amantes, los de pareja o los que permitan la  proliferación de la descendencia (familiares) (Lesbomaternidad u homopaternidad).

 

Cada una de estas discriminaciones atraviesan las dimensiones de lo individual, lo social y lo familiar de los sujetos víctimas de la segregación social, y de la invisibilidad jurídica.

 

En el plano individual, generalmente, laceran la autoestima del que vivencia tanto rechazo. La autoestima inadecuada por subvaloración  provee, a los que la padecen, de muchas discapacidades y pueden ser notablemente adversas y en ocasiones  llevan a una conducta suicida si el/la sujeto no es poseedor de los recursos personológicos necesarios para hacer frente a tal situación.

 

 Recuperar una autoestima adecuada lleva tiempo, cuando se logra…, pero si los generadores de baja autoestima siguen estimulando o prolongando su subsistencia, entonces se cultivarán individuos psicológicamente insanos, tanto por parte del que la padece como del que la induce. (Homofóbico)

 

La homofobia es una actitud vigente aún en la sociedad cubana y, al igual que el machismo, está arraigada a patrones culturales. El camino para socializar el debate sobre estos temas encontró terreno fértil con el estreno de una de las cintas más célebres del cine cubano. La exhibición de ¨Fresa y Chocolate¨1993, de los directores Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabio, quienes visibilizaron a un personaje homosexual hombre como nacionalista y valiente. Se abrió con ello una polémica a nivel nacional, y el público cubano aceptó con beneplácito el filme. (González Pagés, J C.2010)

 

Homopaternidad versus homopaternofobia.

 

La familia, que ha sido ,históricamente, el espacio donde el individuo, sin importar su orientación, ha recibido y entregado afectos, responsabilidades y amor, no siempre posee las herramientas psicológicas y cognitivas necesarias para comprender cuando un ser querido expresa públicamente su orientación sexual no heterosexual, esperando siempre el apoyo indispensable de la misma, lo que le permitiría saberse más seguro al contar con ese necesario soporte filial, de no ser así , la realidad familiar e individual se tornaría altamente complicada para aquellos que han conocido el peor de los rostros de la homofobia: La homofobia Familiar.  Estigmatizar y estereotipar los comportamientos sexuales no heterosexuales solo complicaría aún más el entorno familiar. Abrirse a un diálogo franco y sin asimetrías de poder entre las partes involucradas sería un paso fundamental para impulsar una cultura de paz y equidad familiar.

 

Los tres elementos más prejuiciados por las sociedades patriarcales que conciernen y sufren estas familias desde mi análisis son: la orientación  homosexual de los miembros de la pareja (sea femenina o sea masculina); el proyecto de familia que proponen a la sociedad desde sus derechos inalienables a constituir la familia que así deseen; y el ejercicio de esa maternidad lésbica y esa paternidad homosexual en el seno de una sociedad patriarcal y heteronormativa, con el inseparable estigma que de padres homosexuales, hijos e hijas homosexuales, ignorando en muchos casos que los propios homosexuales suelen ser hijos de heterosexuales y por ende no continuadores de los patrones sexuales de sus progenitores.

 

Las familias homopaternales estudiadas en su gran mayoría han concebido a sus hijos e hijas  en relaciones heterosexuales previas a la materialización de una homopaternidad. Un porciento menor ha realizado acuerdos verbales sobre la maternidad-consensuada con mujeres próximas a la pareja homosexual  donde han  logrado la descendencia anhelada. Esta manera inusual en nuestro país de llegar a la paternidad y a la maternidad rompe con los estereotipos tradicionales de formar una familia.

 

Dicha modalidad de paternidad en los padres cubanos estudiados (tanto los biológicos como los adoptivos) concibe proyectos educativos muy revolucionarios y resilientes a la hora de educar a los impúberes.

 

Los padres estudiados de paternidad consensuada sin relación heterosexual previa, brindan una educación protectora e innovadora a sus hijos e hijas, proveyéndolos de afectos, bienes económicos, seguridad y una visión más holística e incluyente de la vida. No dejan como legado a su descendencia  el aprendizaje de los tradicionales roles de género, con lo cual estos infantes crecen en un ambiente familiar desprejuiciado y desposeído de lo que históricamente ha sido asignado a la mujer y al hombre. Al mismo tiempo le ofrecen a los hijos e hijas un sin número de herramientas psicológicas que los erige fieles defensores de la familia que los vio nacer y crecer ante cualquiera que use improperios o comportamientos segregacionistas hacia los suyos.

 

Los niños y niñas, de estos padres responsables y dispuestos a brindar su amor, son libres de seleccionar desde sus primeros años de vida los juguetes y vestuarios, así como los colores de los mismos, que ellos y ellas deseen para su satisfacción personal. La libertad de elegir sin trasmitirle ningún prejuicio o tabue a los párvulos es una tarea que demanda altas dosis de creatividad por parte de sus padres. 

En un alto porciento las madres biológicas de la muestra seleccionada mantienen una relación amistosa con los padres biológicos y adoptivos de los infantes. En menor cuantía, también se evidenció como algunas madres biológicas practicaron la alienación parental y acudieron a desvirtuar las figuras paternas ante hijos e hijas y seres próximos a la familia, como acto de intolerancia y homofobia manifiesta. Ello trajo incidencias negativas en las esferas cognitiva y afectiva de los pequeños y pequeñas, reflejándose en los aprendizajes y resultados académicos, así como en el pobre contacto social con sus coetáneos y familiares. Desde luego la afección se hizo extensiva a los padres biológicos y adoptivos al prohibírseles la visita del menor a la residencia de los mismos.

 

Algunos de los padres biológicos y adoptivos que sufren de la alienación parental comentaron:

·       “Cuido a mi hijo desde el punto de vista amoroso y económico, su mamá no me deja ir a su casa y cuando lo hace es al lado mío todo el tiempo “. (Padre biológico)

·       “Mi pareja y yo no tenemos la oportunidad de cuidar del niño porque la madre nos lo retiró debido a que el niño me empezó a llamar papá y ella se lo llevó” ( Padre adoptivo)

 

Algunos tipos de paternidades cubanas estudiadas.

La especialista en estudios sobre familias Patricia Arés (2002) nos hace saber en su libro: ¨ ¿Conocemos el costo de ser hombre? ¨que las características propias de la paternidad y la maternidad han comenzado a desdibujarse  debido entre algunos factores, a la participación de la mujer en el trabajo y el control de la natalidad, ocasionando la ruptura de la división sexual del mundo público y el privado, lo cual engendraba una dicotomía en las actividades que definía la identidad de uno y de otro. Todo lo anterior explica cómo tras esta ruptura de la familia patriarcal tradicional y su rígida estructura jerárquica al interior de las familias cubanas ha cambiado las formas de hacer pareja y los modelos de la maternidad y la paternidad. La propuesta de proyectos de paternidades de Patricia Arés Muzio es muy interesante y es la que compartimos a continuación: Patricia Arés propone tres tipos de padres según su comportamiento con sus hijos e hijas. Ellos son:

Padre tradicional: Es el que asume el papel tradicional de masculinidad y queda expropiado de una paternidad tierna, cercana e implicada. Las responsabilidades  que mayor asumen este modelo de padre son:

·       Dar permisos.

·       Proveer alimentos (Gestión de conseguirlos y llevarlos a casa).

·       Poner la mano dura a través de críticas y recomendaciones a la madre u otro familiar.

·       Imponer castigos, disciplinar.

·       En ocasiones jugar y compartir paseos familiares.

 

Padre con emergentes de cambio: Recupera algunos elementos expropiados como la ternura y algunas responsabilidades de alimentación y cuidado. Asume fundamentalmente las responsabilidades del padre tradicional, además de:

 

·       Bañar al niño, en ocasiones alimentarlo.

·       Hacer tareas escolares.

·       Buscarlo a la escuela o círculo.

·       Atenderlo cuando está enfermo (Llevarlo al hospital, dar medicinas).

 

Padre no tradicional: Es el que recupera una paternidad cercana y afectiva, descubre el disfrute de los hijos, comparte igualdad de funciones con la madre. La función paterna incluye una gama de responsabilidades que se comparten de forma complementaria y/o suplementaria (en caso de ausencia del otro progenitor). No constituye en este caso la paternidad  un patrón único de comportamiento. Las variables edad, zona de residencia (rural o urbana), personalidad y grado de relación amorosa con la pareja (casados), definen estas diferencias. El papel del padrastro es una forma de paternidad que impone nuevos retos a la función de padre. (Ares Muzio, P.2000:39-40) .  

 Es necesario decir que la problemática de las funciones del padre en la familia, había sido ya esbozada en muchos de los estudios de clásicos de las ciencias sociales: Emile Durkheim, Herbert Spencer, y Max Weber.(1898).

 

En el estudio concluido sobre las homopaternidades cubanas hubo varios casos donde ambos miembros de la pareja eran padres biológicos, lo que paralelamente los convertía también en padres adoptivos.

 

El mayor porcentaje de padres entrevistados para estos estudios se ajusta por sus procederes al tipo de Padres Emergentes a Cambios, según la propuesta hecha por la doctora Arés. Es decir estos padres comienzan a incorporar funciones que otrora eran exclusivas de las madre-esposas.

 

El segundo porciento significativo fue el de los Padres Tradicionales. Ello confirma que la cultura patriarcal no es practicada exclusivamente por hombres con orientación sexual hacia la heterosexualidad, sino que también los hombres homosexuales padres o no, pueden llegar a ser, y de hecho son machistas, androcéntricos, y reproducen comportamientos y patrones propios de algunas parejas heterosexuales, inclusive hasta en sus prácticas más íntimas. Ejemplo de ello es como en el patriarcado se estimula y permite al hombre heterosexual a tener cuantas amantes así él desee. Los hombres homosexuales no son ajenos a esas prácticas, lo único que varía es la elección del sujeto de su afecto, que en vez de ser una mujer, es otro hombre. Entonces se visualizan más los cambios de parejas en las relaciones homosexuales masculinas porque son dos hombres y no uno los que integran la unión. Este comportamiento trasciende lo sexual y pasa por lo cultural.

 

Las parejas consensuan las pautas que van a definir el tipo de vínculo que van a tener. Es decir dentro de las parejas pudieran estar las que son parejas con pacto de exclusividad o parejas cerradas, las que son parejas semi-abiertas por las posibilidades que tienen de incluir moderadamente a terceros en sus experiencias sexo-afectivas, y por último las parejas abiertas que son muy permisivas y aceptan la participación de otros al interior de ellas sin limitaciones. En estas nuevas construcciones de los vínculos eróticos-afectivos dan espacio a proyectos de las llamadas triejas, cuatriejas o quintriejas en dependencia de la cantidad de sujetos que componen las uniones anteriormente mencionadas. Lo cierto es que las parejas estudiadas  llevan una vida en común-unión mayor de los cinco años y en pleno ejercicio de su paternidad que como  requisito se solicitó para integrar la muestra.

 

En menor cuantía, pero no por ello menos interesante, los padres con maternidad consensuada, protectores-Innovadores se ubican en el tipo de Padres No Tradicionales, que fundamenta la Dra.Arés, por los roles que desempeñan en la crianza y educación de sus hijos e hijas. Su educación no es reproductiva sino transformadora y revolucionaria, pues aportan una enseñanza que desarticula los estereotipos de género clásicos de la cultura patriarcal, proponiendo una coexistencia familiar sin condicionamiento binario de género. Algunos de estos padres prefirieron ilustrarlo ellos mismos con sus palabras:

 

·       El padre debe tener los mismos roles que la madre, de influir, de escuchar, de ser compañero amigo de sus hijos, por supuesto de protección, de formación, de cuidado hasta cierto tipo, pero sin dejar de quitar la independencia y el sentido de la responsabilidad, el criterio propio. Tu no crías al hijo para ti, sino para que camine solo.

·       El padre puede asumir cualquier rol o hacer cualquier cosa. Los días entre semana yo hago labores para poder traer algo de dinero para la familia, y los fines de semana, limpio, pinto, o hago lo que se tenga que hacer en el hogar, o sea no veo porque haya que separar roles. Padre –madre hacer o dejar de hacer. No veo diferencias.

·       El padre debe ser el responsable de todo lo que acate a esa familia desde el punto de vista espiritual, material, o sea desde todos los puntos de vista, pero ese padre debe tener el apoyo de toda la familia y a su vez ser recíproco con la familia.

 

Tales planteamientos no denotan que la paternidad quede desplazada en el entorno familiar de estos adultos, ni que pueda existir una aparente contradicción entre la asunción del rol paterno y su función como se señala en otros estudios (Rivero Pino, 2006; López Arcia, 2000).

La Dra. Ana Rosa Padrón (2010) nos comenta que los roles materno y paterno se consideran los más complejos por las responsabilidades que poseen en el proceso de desarrollo de la personalidad de la descendencia y el nivel de implicación que poseen en el desarrollo de las funciones de la familia. El ejercicio de dichos roles está signalizado por las representaciones de género femenino y masculino, modelando la manera en que estos deben desempeñarse. En este sentido el contenido de los roles que como miembros de un género u otro les ha sido asignado y han asumido están permeando las relaciones que se han establecido entre padres/madres, padres/ hijas(os), madres/ hijas(os). Tal situación explica el por qué durante mucho tiempo las madres hayan sido las encargadas del cuidado y educación de los hijos e hijas dentro del hogar, en tanto los padres han asumido tradicionalmente el rol de proveedores para satisfacer las necesidades, esencialmente, de índole económica, de los miembros de su familia. (Padrón, Ana Rosa.2010)

La dinámica anterior se enmarca dentro del denominado modelo de familia patriarcal, presente en casi la totalidad de las culturas. Desde esta concepción se situó a la mujer en el centro de la familia, ejemplo de perfección moral y entrega abnegada, responsable de la crianza y educación de los hijos, dueña del feudo (hogar-rol asistencial), dejando al hombre su papel de sostén económico y figura que representa la autoridad, por ser el portador del status social, con una periférica e intermitente relación con los hijos.(rol proveedor) (Rivero Pino, 1998; Vera Vergara, 2003; López Arcia, 2000; Arés Muzio, 1996, 2002).

La paternidad o maternidad inclusivas en Cuba: Una responsabilidad, un derecho y un compromiso con el futuro de la nación.

La emancipación de las mal llamadas minorías sexuales en la constante batalla por alcanzar la equidad de género, e identidad sexual con los mismos derechos de las otras manifestaciones dentro de la sexualidad, ha propiciado que en no pocos países ya se reconozcan los derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos.

 

Para tales fines se han condicionado las estructuras necesarias para articular lo legislado con la práctica.  Es decir las parejas homosexuales femeninas y masculinas cuentan con bancos de óvulos y espermas, y en el caso de los hombres, en ocasiones acuden al alquiler de vientres o a consensos con alguna fémina que voluntariamente acepte hacerles el favor de buen grado, pudiendo o no ejercer la maternidad. De igual manera estos hombres también pueden optar por la adopción.

 

Casi la totalidad de la muestra elegida para esta investigación, coincidió que la sociedad cubana contemporánea no está preparada aún para aceptar la homopaternidad, y una cifra muy poco significativa piensa lo contrario, con lo cual deja al descubierto todos los efectos psicológicos que engendra una sociedad discriminatoria heteronormativa en personas que todavía no se auto visibilizan en nuestra sociedad por asumir una conducta homo, hacia una propuesta de paternidad no hegemónica y su ejercicio, lo cual les impide vivir su sexualidad, y sus derechos reproductivos plenamente.

 

Los avances científicos han posibilitado que la parentalidad biológica convencional se haya visto superada cualitativamente, de forma muy manifiesta, por las técnicas de Fecundación in vitro con toda su gama de variedades y con las modificaciones legales, las cuales dan la posibilidad de vivir la paternidad o maternidad según convenga a toda aquella persona natural que nace con ese derecho reproductivo, los cuales no son excluyentes de ningún tipo de orientación sexual. De forma similar la adopción convencional, casi en secreto, se ha pasado a la eclosión de la adopción internacional que implica un nivel mayor de visibilidad y nuevos compromisos. (Pedreira Massa, José Luís,2005).

Cuba en programas de infertilidad ha estado a la vanguardia desde que en 1978 al crearse la técnica de Fertilización in Vitro en el mundo, alcanzara el primer lugar en todas las Américas al aplicar exitosamente dicha técnica de reproducción asistida (1979). Sin embargo hoy el contexto social es muy diverso y las otras variantes de las maternidades y paternidades no heterosexuales cubanas aún no acaban de ver sus derechos sexuales y reproductivos plenamente realizados por múltiples razones. No se crean las condiciones de estructuras, de procedimientos, de regulaciones jurídico-legales que definitivamente den un paso a la equidad reproductiva de todos y todas las y los cubanos sin condicionamientos de índole social. Es cierto que se están haciendo esfuerzos pero aún no son suficientes para acabar de legitimar aquello con que por derecho se nace.

 

El establecimiento de  bancos de óvulos y espermas en Cuba para el 2015 revolucionará todo el sistema de Reproducción Asistida en la Isla, y con ello debe, paulatinamente, dársele respuesta  a la gran demanda de sujetos, hombres y mujeres, que ejerzan y realicen su sueño y derecho de disfrutar de la maternidad y paternidad, sin que la orientación sexual, la identidad de género e identidad sexual sean condicionantes para su impedimento. Las transmaternidades y transpaternidades deben también tenerse en cuenta. De no hacerse así incurriríamos en errores imperdonables de inequidades, de derechos y de justicia social.

 

La práctica de técnicas como la ovodonación son señales irrefutables de cómo se revoluciona, amplia y desarrolla el sistema de reproducción asistida en toda Cuba. La responsabilidad  sería hacerlo inclusivo y extensivo hacia todas las variantes de familias cubanas existentes sin privilegios por ser poseedoras de una orientación sexual y una identidad de género no hegemónicas en el seno de las mismas. Ello debe hacerse extensivo para el sistema cubano de adopción a niños/as sin amparo filial.

 

El sistema de salud cubano es uno de los sistemas sanitarios más inclusivos y calificados del mundo, por eso sus beneficiarios confían plenamente en que la Reproducción Asistida no será un escenario diferente. Es de sobra sabido cuanto cuesta en materia de economía a la nación caribeña mantener los estándares de calidad en el sistema de salud cubano, máxime sintiendo los efectos del bloqueo más agresivo y duradero de la historia de la humanidad y al que no se puede estar ajeno por los efectos tan desbastadores que ha tenido y tiene para la Isla.

 

Cuba enfrenta cada vez más altos estándares de envejecimiento poblacional, el cual podría revertirse paulatinamente, si los programas de reproducción asistida fueran más inclusivos hacia toda la población sin que ningún individuo tengan que pretender ser lo que no es y lesionar su dignidad humana al renegar de sí para alcanzar el sueño de su vida: La Lesbomaternidad y la homopaternidad, así como las transmaternidades y transpaternidades.

 

Esta situación nos confronta a una serie de cambios: una nueva sociedad con relaciones que se van construyendo de forma dinámica; un nuevo concepto y estructura de familia, cada vez más variado y alejado del modelo único; unos nuevos funcionamientos cada vez más sutiles y con más recovecos; nuevos roles sociales y familiares tanto para el hombre como para la mujer; nuevas responsabilidades sociales y familiares, tanto más cuanto mayor sean el límite de la libertad y, por fin, un nuevo concepto de sexualidad más libre y comprometido. (Pedreira Massa, José Luís,2005).

Con ello las fáciles ecuaciones mujer/madre/pasividad y hombre/padre/actividad se muestran insuficientes y, sobre todo, falsas e inexactas. La pareja parental ya no se establece solamente como un sacramento, sino que trasciende y extiende sus posibilidades

En otros países la homosexualidad femenina puede optar al ejercicio de la maternidad basta acudir a un instituto de fertilización in vitro con bancos de semen anónimo. En este sentido la homosexualidad masculina tiene menos opciones. En ambos casos si desean realizar una adopción, pueden optar a una adopción monoparental, u homopaternal si se la aceptan las instituciones encargadas de asignar las adopciones, esta opción es altamente insatisfactoria y no excluye algunas “perversiones sociales” (p.e. la declaración jurada de heterosexualidad exigida en algunos países para otorgar la asignación de un niña/o en adopción). (Pedreira Massa, José Luís,2005).

 

Todo ello hace que la heteronormatividad haya pasado  a ser cuestionada por los otros grupos de diversas identidades y orientaciones sexuales, quienes abogan porque los derechos sexuales y reproductivos no sean exclusivos de una sola orientación sexual.

 

 La homoparentalidad es, además, la capacidad, forma y contenido a la hora de desarrollar el complejo entramado del ejercicio de las funciones parentales por parte de una pareja constituida por figuras del mismo sexo. (Pedreira Massa, José Luís, 2005).

 

La esperanza cubana está puesta en el anteproyecto del Nuevo código de Familia del que se desea contribuya a una sociedad más inclusiva y más revolucionaria que sea capaz de erigir a una mujer ,a un hombre y a todas las otras identidades más abiertos a las nuevas necesidades y configuraciones de las familias cubanas del hoy y del mañana.

 

El Código de familia promulgado el 14 de febrero de 1975, modificado a partir del Decreto Ley 76 del 20 de enero de 1984, regula la adopción como institución jurídica del Derecho de familia; específicamente como parte esencial de las relaciones paterno-filiales. (Díaz Ugalde A.2012)

En la actualidad, la adopción se establece en interés del mejor desarrollo y educación del niño/a, y crea entre el adoptante y adoptado un vínculo de parentesco igual al existente entre padres e hijos, del cual se deriven los mismos derechos y deberes que en cuanto a la relación paterno-filial establece dicho Código, extinguiéndose los vínculos jurídicos paterno-filiales y de parentesco que hayan existido entre el adoptado y sus padres y los parientes consanguíneos de éstos últimos. (Díaz Ugalde A.2012)

El establecimiento de la adopción como herramienta jurídica a favor del mejor desarrollo y educación de la infancia constituyó un paso avanzado en la lucha por el reconocimiento de los derechos del niño/a en Cuba; ya que la Convención de los Derechos del Niño se promulgó y ratificó en años posteriores a la elaboración y modificación del Código de familia cubano. 

Esta concepción de la adopción rompe con los privilegios que gozaban los adoptantes, al colocar en primer lugar los intereses del adoptado en la realización de la misma. Por lo que, la adopción deja de constituir una institución en beneficio de los adoptantes para convertirse en una herramienta de protección de niños y niñas. (Díaz Ugalde A.2012)

La adopción establecida en la legislación nacional sobre familia se denomina plena y constituye una opción legislativa beneficiosa para la infancia; pues permite que el hijo o la hija adoptiva disfrute de los derechos y deberes que posee un hijo/a biológico/a, no creando distinciones entre el hijo/a procreado/a y el hijo/a adoptado/a, incluyéndose el derecho a la herencia, el cual se extingue con la familia biológica. (Díaz Ugalde A.2012)

El abandono no constituye un presupuesto jurídico para la pertinencia de la adopción. Por lo que, un/a niño/a en estado de abandono no tiene posibilidades de ser adoptado/a si no cumple con el requisito fundamental para la realización de la adopción: no estar sujeto a patria potestad.  Por lo que, jurídicamente solo pueden ser adoptados aquellos/as niños/as menores de 16 años de edad que sus padres no sean conocidos, que respecto a ellos se haya extinguido la patria potestad por la muerte de los padres o ambos hayan sido privados de aquéllas; ya que estos casos revelan la no existencia de quiénes ejerzan la patria potestad sobre estos/as niños/as. (Díaz Ugalde A.2012)

El abandono actúa como causal para la privación de la patria potestad únicamente cuando los padres salen definitivamente del territorio nacional abandonando a sus hijos/as, demostrado a partir de la no comunicación y ayuda económica para la manutención del hijo/a. (Díaz Ugalde A.2012)

No obstante, la mayoría de las veces la no conceptualización del abandono como delito que atenta contra el normal desarrollo del niño/a y la no vinculación del abandono con la extinción y privación del ejercicio de la patria potestad permiten que estos se conviertan en una práctica social frecuente, y en algunos padres reiterada, no condenable ante la ley; unido al tratamiento benevolente ofrecido por fiscales y jueces a estos padres, aún cuando hayan incumplido con los deberes del ejercicio de la patria potestad, insistiendo en proporcionarles oportunidades para que recapaciten, lo cual puede demorar años.  (Díaz Ugalde A.2012)

La legitimación de la adopción plena como el único tipo de dicha institución reconocida nacionalmente que establece la extinción de los vínculos jurídicos paterno-filiales y de parentesco con la familia consanguínea, la irrelevancia del abandono como presupuesto fundamental para su pertinencia, y el tratamiento benevolente de los especialistas del Derecho hacia los padres biológicos ejecutores del abandono infantil, han propiciado la inaccesibilidad a la adopción por niños/as sin amparo filial. Este debate, aún para los expertos nacionales y entendidos de las leyes, constituye un dispositivo en la siguiente interrogante, ¿En Cuba la adopción es un derecho del niño/a sin amparo filial[1] o de aquellos/as niños/as menores de 16 años que no están sujeto a patria potestad?  (Díaz Ugalde A.2012)

La adopción es una opción real y un derecho respetado para aquellos/as niños/as huérfanos/as o aquellos/as niños/as cuyos padres hayan sido privados de la patria potestad; no constituyendo un derecho reconocido y defendido para la mayoría de los/as niños/as que no disfrutan de amparo filial y permanecen sujetos a la patria potestad de sus padres. Por lo que, la adopción no es un derecho de la infancia sin amparo filial, no al menos desde concepciones sociales o de bienestar para el niño/a; aún cuando en la legislación nacional se regule en interés del mejor desarrollo y educación del niño/a.   (Díaz Ugalde A.2012)

En el Código de familia está establecido que la adopción puede ser realizada por una persona, sin importar su sexo, o por dos personas siempre que ambos sean cónyuges. No obstante, la redacción de la ley ha permitido erróneas interpretaciones que han conllevado a la afirmación de que la adopción es una institución a la que solo pueden acceder los matrimonios legalizados. En la práctica jurídica, ante la promoción de una adopción por una persona, hombre o mujer, los dictámenes fiscales suelen ser desfavorables; argumentando la privación de una de las figuras paternas en la crianza y educación del niño/a. 

La tesis anterior permite enunciar los privilegios que poseen los cónyuges con respecto a la adopción, aún cuando la ley no establece prioridades entre los futuros adoptantes. Además, la exigencia de la legitimación del matrimonio para acceder ambas personas a la adopción constituye una traba para aquellas personas que han asumido su unión como pareja de hecho sin importar los motivos.  (Díaz Ugalde A,2012)

 

Requisitos exigidos en Cuba para adoptar :

1)       haber cumplido veinticinco años de edad;

2)       hallarse en el pleno goce de los derechos civiles y  políticos;

3)       estar en situación de solventar las necesidades económicas del adoptado;

4)       tener las condiciones morales y haber observado una  conducta que permitan presumir, razonablemente, que cumplirá respecto al adoptado los deberes que establece el  artículo 85.

El reconocimiento legal y social de las paternidades de estos padres biológicos y adoptivos cubanos es un sueño alcanzable y posible para personas que contribuyen a edificar una sociedad donde ellos sean parte visible desde sus propuestas de familias homopaternales y lesbomaternales.

 

Subestimar las capacidades de amar, de fundar familias, de trasmitir valores, es sinónimo entre otras cosas de hacer ver, sentir y creer que hay seres humanos minusválidos para dar amor, para procrear responsablemente y dar en herencia tanto afecto como el que recibimos o más.

 

Todos y todas deberíamos disfrutar de esa inmejorable formula de la equidad compuesta por las mismas oportunidades, las mimas posibilidades y los mismos derechos, cuando se alcancen tales peldaños, se estará en presencia ante un acto de  plena justicia hacia hombres, mujeres y hacia otras identidades que históricamente han sido maltratadas, marginadas, denigradas y silenciadas por un  mundo de exclusión y que sin el menor de los titubeos, son parte incuestionable del glosario de la diversidad humana, en todas y cada una de sus dimensiones.

El género humano es uno, compuesto por una rica variedad de etnias, culturas, grupos, personalidades particulares e irrepetibles, que deben ser cultivados en toda su individualidad y multiplicidad; pero esto no justifica la tendencia histórica tradicional de contraponer o aislar a unos a favor de otros. (González, A.-Castellanos,B.2003)

 

 

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